domingo, septiembre 05, 2004

Para despedir a la Feria

Hemos festejado a San huichito rey, dejado nuestra poca moneda en la entrada de la Feria, y otros tantos centavos en consumir. Ahora bien, sólo nos quedará otro año en la incertidumbre sin saber a dónde va toda esa derrama...

EL BLUES DEL PATRONO (San Luisito Rey)

Quisiera decir algo bonito de la feria
por ejemplo niña rehilete
acordeón que se deforma al amparo de un sombrero
o platos a veinte a la una platos a veinte a las dos
o lento masticar de un algodón de azúcar
pero este mareo que me sostiene la espalda
y atraviesa mi ojo y mi tobillo
-sólo el izquierdo-
sopor más incompleto que la noche
con sus incisivos afilados
que caen sobre cualquier carrusel
en formas breves como olor a borrego
o dolor de cabeza
La música cinco nudillos que me atacan los oídos
en esas risotadas del wey que me ha pasado por encima
(pausa y otra vez el merolico)
y la noche - con su forma de esfera y sudores
y estómagos volteados -
me recuerda que el suelo
no es tan duro
no sabe tan mal en esta almohada de vodka

DeSazón o el condimento de la vida



“ …quizá porque el Teatro le abre ventanas al hombre,
lo transforma en lo más íntimo
y le da una lucecita de esperanza.”


Victor Hugo Rascón Banda


La puerta de acceso al Noroeste de Chihuahua es Cd. Cuahutémoc. Se respira un olor a manzana y el frío desviste los huesos en invierno. Una ciudad tranquila, típica del norte mexicano; salvo por una coincidencia: confluyen ahí tres culturas, tres pieles distintas, ojos que buscan en el aire sus propios sabores del mundo.
Los Rarámuris –tarahumaras- bajan de la Sierra por necesidad, sustentados en su dignidad, luchando por mantener sus costumbres aunque el mundo les dé la espalda. Puede verse a sus mujeres en las calles de Cuahutémoc, con sus largas faldas floreadas y sus hijos en brazos, atisbando en los rincones la esperanza, la moneda. Viven del maíz, fruto de la sierra; beben Teshuino, fermento de ese grano y su bebida sagrada.
En los alrededores de la ciudad se encuentran los Campos: comunidades donde los menonitas crean su mundo. Agricultores por naturaleza, descendientes de alemanes y holandeses. En sus comunidades herméticas a personas distintas trabajan, se superan, viven sin renunciar a las costumbres traídas de Europa. Hacen jamón ahumado y un queso delicioso.
Dos colores distintos, tierra y leche. Menonitas. Rarámuris. En medio de ambos, como eje de esta dicotomía, se encuentran los mestizos, el mexicano que vive en la ciudad y que trenza su existencia entre los otros dos. Todos giran en una danza caótica; comparten la ciudad, pero no las costumbres; comparten el tiempo, pero no la vida. Un caso para la antropología. También para el teatro.

Y en esas coordenadas, Víctor Hugo Rascón Banda (1948), escritor y dramaturgo de primera línea. El originario de Urúachic, Chihuahua aquí se ubica, de Cuahutémoc parte para realizar un homenaje a las mujeres de esa tierra, para encontrarse con su esencia. Es DeSazón una obra que nos abre las puertas a una trilogía con sus respectivos sabores. Una menonita, una maestra rural y una tarahumara por adopción. Todas construyen el entorno con sudor, dolores y sonrisas, buscan en el hombre su ecuación y su respuesta, escarban en la vida y se sostienen ahí donde el desazón les deja un hueco.
El director José Caballero, apoyado por tres excelentes actrices (Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Hue) construye un puente con sabores que nos lleva a Chihuahua y a su gente, nos guía en los arrecifes de la emoción sobre los barcos-monólogos de cada una. La maestra rural y sus hijos, abandonada por el narcotraficante. La menonita dejada por el hombre que emigra a los Estados Unidos. La exguerrillera comunista disfrazada de rarámuri para supervivencia. Despacio, con el video que avanza a sus espaldas sobre los rieles del tiempo, nos hablan, comparten sus recetas de comida y nos abrazan desde las grutas de su voz.
Gracias a México en escena pudimos apreciar el DeSazón aquí en San Luis. Así, sin rozarse las historias, apenas intuyéndose, vibraciones superpuestas en una misma geografía, de la misma forma que en Cd. Cuahutémoc: al final paladeamos la soledad, el condimento de la vida que huele a mujer y que es uno solo.

miércoles, septiembre 01, 2004

Urbe probeta: claves para sobrevivirse a la ciudad.

Urbe Probeta.
Discos Konfort, 2003.
Producido por Filtro y Discos Konfort.
Concepto, dirección y coordinación: Carla Faesler, Cristian Cárdenas, Bishop y Rocío Cerón.

CIUDAD f. Una población grande. Espacio donde algunas esquinas no exigen historia, y los pasos adquieren vértigo a medida que el reloj se desentiende del sopor. Humo, tráfico, violencia en el traspatio de los ojos, en las posibilidades de lluvia: ciudad de prueba, caos y múltiples universos/Distrito Federal.

No es necesaria una definición para una ciudad. Es tan sencillo como olerla, ocupar sus huecos disponibles, anclar la vida a su ritmo inesperado, para luego determinar su geografía en los espacios de la piel. Cada ciudad tiene sus perros, delincuentes, vagabundos, yupies, equipos de futbol. Sus alcantarillas como vetas inexploradas de magia, taquerías transmutadas en oasis temporales, venas que transportan nuestros rostros de hemoglobina hacia la jaula única de las luces de neón. Urbe de noche y de día. Matraz donde todas las mezclas son posibles. Y en medio de todo, como elemento inerte o como catalizador está el poeta. La ciudad lo absorbe y él la reinventa. Cosa de todos los días. Cosa de buscarse entre las letras.

Urbe probeta es un proyecto entre poetas y músicos con la intención de mostrar su ciudad reinventada: el Distrito Federal. Una combinación intensa: la poesía (leída por sus propios autores) mezclada con música electrónica. Músicos casi todos del colectivo Konfort, desde Plug, Nasty hasta Wakal, integran un volumen perfecto donde se inocula la poesía de Rocío Cerón, María Rivera, Luis Ignacio Helguera y Luigi Amara, entre otros. Poetas todos nacidos en los años setenta, que han afianzado su presencia y ocupan espacios de publicación, ganadores de premios de poesía joven. Soluciones verbo-musicales para sobrevivir en la ciudad donde / el afecto que no nos / dieron nuestros mayores/ nos lo dio el vinyl / (Ricardo Pohlenz) o donde coexisten ciertas declaraciones / ¡Qué íntima felicidad de vegetales, / bolsas de basura y detergentes! / (María Rivera). Puede requerirse también ayudas externas: / Señora Lexotan, con usted / no hay cabeza qué perder / (Enzia Verduchi).

Si alguien necesita un salvavidas para su naufragio citadino, y además desea conocer una forma de acercarse a la poesía mexicana contemporánea, encontrará una excelente opción en Urbe probeta. Orgullosamente chilanga.