Hoy he despertado ebrio. Salí a caminar, compré una cerveza para, por vez primera, poner a prueba el postulado aquél que reza: no deje Ud. a la cruda abrirse en sus entrañas, aléjela y convenza a su intestino de que la embriaguez no. No. La embriaguez no debe ser lo extraordinario, perdónese lo Nietzsche tan frugal que anida en mí. Mas la embriaguez, como hasta ahora reza el dicho y menos suficiencia, debe ser cuestión del día a día. Día: hora de mutar definiciones y derrumbar al concepto. Veámonos sólo en la palabra. Cambiemos hasta la médula del sol nuestros conceptos, y venga el corazón abierto a la deriva.
Esto no es Zacatecas. Y sí. Un poema y sólo.
POR UN LADO DEL AGUA (Anzuelo para bucólicos)
Nadie lo enseñó mas lo aprendimos: ni error ni acierto, todo flotaba en el aire, como los árboles arrancan a la tierra sus acordes más tibios.
Ah, de los árboles la vocación imperfecta: cantar lo que los aires silencian. Entre ellos, en el latido atlético de amores poco honestos, creíamos aún en el montaje: como fieles maitines, deséabamos pertenecernos, el uno al rezo del otro.
Ya verás, ni la noche se acaba en las orillas del lago, ni la luna pertenece a la mirada del lago, como dos cuerpos no se poseen, no son uno del otro, salvo en el instante en que lo par no existe: una moneda lanzada, dos caras en el giro de un beso, abriéndose paso entre los aires del azar.
El susurro de un árbol: el azar no entiende de lealtades, y la mirada sólo crece donde se ahoga la memoria. Ahí aprendiste a desamar.
Una noche de lluvia, un olvidar entre la hierba los silencios del agua, y la mujer que fragua sus amores en un todo nuestro. En el otro del nosotros el corazón deriva.
Pero qué termina en el naufragio. El deseo es una cadencia que revive en toda carne, lazarina y primavera, como una flor hace sudar al último deshielo del año.
Solos. Sin dos o tres puntos, no identidad tampoco espera. Echados a volar en el dorado giro del fuego, deshilando la primera elegía para amanecer en la arena.
2 comentarios:
con este poema se le perdona el F. N. frugal que usted advierte. saludos!
Daniel, te extrañaba; como persona lo seguiré haciendo, como poeta, puedo descansar, porque veo que no has cambiado ese toque dulzón a realidad que tanto me gusta en tus poemas.
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