LA VIDA DEL MAGUEY
fffffffffffMi pura vocación: amasar hoy las venas de la noche,
fffffffffffcontar sus nudos secos,
fffffffffffhúmedos de tanto estar a espaldas de la luz,
ffffffffffffragantes en su oscuridad y adoloridos.
fffffffffff(Apenas cuándo alzábamos la piel
fffffffffffentre la piel del sol:
fffffffffffel cerro estaba a punto, las piedras rotas en su brasa
fffffffffffpredecían la lluvia. Toda historia se nublaba en
fffffffffffcigarrillos, el viento en modo frío
fffffffffffnos relamía la cara.
fffffffffffLos magueyes nos hablaban de su efímera victoria:
fffffffffffflorecer en tallo grueso,
fffffffffffalto, nervio de cielo,
fffffffffffcuyo efecto final siempre es la muerte;
ffffffffffffragantes en su oscuridad y adoloridos.
fffffffffff(Apenas cuándo alzábamos la piel
fffffffffffentre la piel del sol:
fffffffffffel cerro estaba a punto, las piedras rotas en su brasa
fffffffffffpredecían la lluvia. Toda historia se nublaba en
fffffffffffcigarrillos, el viento en modo frío
fffffffffffnos relamía la cara.
fffffffffffLos magueyes nos hablaban de su efímera victoria:
fffffffffffflorecer en tallo grueso,
fffffffffffalto, nervio de cielo,
fffffffffffcuyo efecto final siempre es la muerte;
fffffffffffmorir y perpetuarse
ffffffffffferan las flechas que trazaban arco:
fffffffffffla vida sustanciosa de esos cactos.
fffffffffffEra la ciudad como las ruinas del café:
fffffffffffsecas de forma y húmedas de fiesta.
fffffffffffNadie preguntaba por nosotros, nadie:
fffffffffffmugre o rascacielos,
fffffffffffera la errancia de un desierto en nuestras uñas,
fffffffffffera cantar: aflojar el frenesí de la cebada
fffffffffffy recorrer en la memoria el agua.
fffffffffffAsí caían las noches y con ascuas de su muerte,
fffffffffffal igual que los magueyes,
fffffffffffencendían el alba posterior.)
fffffffffffAhora extiendo mi avidez de otra mañana
fffffffffffpor toda esta concavidad interna,
fffffffffffalfarería de la penumbra,
fffffffffffde barro es torno el devenir. En bares y trincheras la suerte es invocada,
fffffffffffse nace o muere al revolverse el mar,
fffffffffffhay quien asedia la rubia espiga de los besos.
fffffffffffQué sé yo. La noche es una harina espesa.
ffffffffffferan las flechas que trazaban arco:
fffffffffffla vida sustanciosa de esos cactos.
fffffffffffEra la ciudad como las ruinas del café:
fffffffffffsecas de forma y húmedas de fiesta.
fffffffffffNadie preguntaba por nosotros, nadie:
fffffffffffmugre o rascacielos,
fffffffffffera la errancia de un desierto en nuestras uñas,
fffffffffffera cantar: aflojar el frenesí de la cebada
fffffffffffy recorrer en la memoria el agua.
fffffffffffAsí caían las noches y con ascuas de su muerte,
fffffffffffal igual que los magueyes,
fffffffffffencendían el alba posterior.)
fffffffffffAhora extiendo mi avidez de otra mañana
fffffffffffpor toda esta concavidad interna,
fffffffffffalfarería de la penumbra,
fffffffffffde barro es torno el devenir. En bares y trincheras la suerte es invocada,
fffffffffffse nace o muere al revolverse el mar,
fffffffffffhay quien asedia la rubia espiga de los besos.
fffffffffffQué sé yo. La noche es una harina espesa.
fffffffffffPartirla en dos abre camino en las huellas.
1 comentario:
Hola Daniel, muy bonito trabajo, gracias por compartirlo.
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