Un fragmento de Vilis (1998) :
Diario del constructor de cajitas — Me explico: cada
vez que vemos no vemos. Decir esto es un lugar común, todomundo lo sabe, pero
hay que repetirlo y repetirlo. Lo que vemos es mierda, es la máscara que
nuestro lenguaje le ha impuesto a las cosas. Pero entonces, de acuerdo con
esto, ¿cuál sería la función de la cajita? Pues bien, creo que debemos
despertar la Atención, para así toparnos con las máscaras con las que
disfrazamos lo que vemos. Una vez logrado esto, es decir, una vez que
lográramos tocar las máscaras con las que disfrazamos, deberíamos convertirlas
en lo que verdaderamente son, adminículos del fetichismo que, reducidas por
nosotros a nivel de pequeños objetos, podrían ser introducidos en la cajita.
Ésta pues, la cajita, vendría a ser, de cierta manera, como la objetivación (y
por tanto como denuncia indirecta) de nuestra falsedad. Nos sorprenderíamos, a
través de la Atención, como payasos-papagayos que repiten, frente a la luna, lo
que su lenguaje les ha enseñado a decir, pero una vez que lográramos
mantenernos en la Atención, entonces nos sería fácil convertir en objeto
diminuto de cajita a los besitos sentimentales, a los rudos gestos del
convencionalismo realista (el rudo gesto del realista es el reverso del besito,
que nuestro condicionamiento nos obliga cuando nos topamos con la Luna, con el
paisaje o con el carajo bendito.
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tomado de: García Vega, Lorenzo, No mueras sin laberinto (Editorial Bajo la Luna, Buenos Aires, 2005) http://www.bajolaluna.com/
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