Tres poemas de Juan José Rodríguez, aka Juan José Rodinás:
[koan haendel: música acuática II]
La aguja de plata
traspasa el cráneo de una niña dorada.
Son los cirujanos violentos en el jardín de una casa distante.
The Fish, pero cómo decirlo: este error, le poisson:
pensar que un pez grabado sobre el ojo izquierdo de una niña sangrante
es una habitación vacía
hasta extinguirse en un cuadrado negro [◼: aquí]. La noche es
un "de pronto": un cardumen, una serie de ojos peces:
una serie de peces probables, posibles, pero ojos: una visión
o una serie de peces en un punto blue donde los peces
se miran a sí mismos. Piénsalo conmigo:
tu ojo de ciborg no distingue, no, no puede,
bella medusa de máquina medusa,
de pez de máquina de pez caballo de niña ovípara de huevos ciborgs
sobre un jardín rosado:
traga, come avellanas de un árbol robot que aprende
una palabra de blancos de nieve en un rectángulo y es la isla vacía
donde enciende mi casa una noche,
él, adentro de las habitaciones, desaparecidos, adentro de los desaparecidos
y tú te enciendes con un fósforo —es tu cabeza de fuego negro—
hasta que los peces de la muerte empiezan
a nadar entre los peces de la muerte y empiezan
a estremecerse y se estremecen solos en una melodía de animales:
el arranque de un motor de los mil motores
en el violín
sin su extraño —pero extraño—
final.
[soft koan la decimalia]
0.1
0.000008
el poema debe progresar hasta ser una cosa blanca: baba blanca de mono como el sueño de una oruga, un bólido de nieve atrapado bajo la corteza cerebral de un demonio proleta. Por eso eres frío, y las chicas dicen "ese niño gris aprendió a leer números como a ver ojos y a sumar y a sumar y a restar y a sumar". Yo, juanjosérodríguezsantamaría, dije que debiste soñar una piel de cabra, una piel dormida entre las espadañas del páramo, pero ¿quién consultaría ese oráculo?
0.1017
(estos números que estan arriba no me gustan, son una cifra comunista, había comunistas entre nuestros padres y debieron ocultarse porque llevaban esos números, porque son números que tienden puentes, esos números me encantan, sobre todo porque tengo padres que se llaman juan josé rodríguez santamaría, mi padre y mi padre y mi madre, y beben té de números, escuchando el pensamiento de spinoza en un haikú exacto)
ese haikú no existe.
spinoza recitando polígonos en un bar de última. el público paga 0.34 centavos de silencio en un ángulo de mariposas concepto.
hay dos padres para cada cosa. hay dos palabras para cada cosa. lo demás es baruch, el jew.
(risas de fondo, se reía diciendo estupideces). spinoza reprueba con el dedo índice.
"Ningún cuerpo puede desplazarse por un espacio que no esté lleno de cuerpos". spinoza.
dos ciclistas, Jules et Jim, Quishpe y Yugcha), fatigados por las palabras: ellos son, ellos saben lamer líneas rectas. Dos ciclistas parten al mismo tiempo de dos puntos, A y B, distantes 20 kilómetros: uno , de A, con dirección a B, y otro de B, con dirección a A.
el primero recorrió 8 kilómetros más por hora que el segundo, y el número de horas que tardaron en encontrarse está representado por la mitad del número de kilómetros que el segundo recorrió en una hora. ¿Cuál es la distancia recorrida por cada ciclista en el momento de encontrarse?
¿Cuál es la velocidad de los mirlos enanos negros, de las hadas obesas que roen como cuyes la acacia junto a la choza de la partera ciega si se calcula la distancia que separa el sueño con volúmenes de agua que se desprenden en/de la cabeza de cada ciclista en la mañana antes de emprender el viaje?
densooo.
si tú contestas que la distancia recorrida por cada ciclista son las nubes, eres una nena cursi, rosada (de hecho, te voy a hacer la fiesta) pero aciertas, y eres de los pocos que valen más que una estrella de grasa: y, of course, si aciertas hay dos premios para ti: el uno es un paseo a campo traviesa por un pasillo de secoyas gigantes (eres un hijodeputa por pasearte en un cementerio futuro) y el segundo no existe y es una línea de Baruch de Spinoza que contesta mejor cualquier koan o ecuación de la mente que el viento...
[josé angel valente, sobre el ciberespacio futuro]
Escribo desde el ascenso
de la mariposa al cerebro de la lengua,
espesor de animales
que de pronto se llena de huesos y cadáveres.
Escribo sobre el espacio,
cuarta dimensión del tiempo donde un pájaro ciego
/ determina el orden matemático de nuestros huesos,
de transmitir sólo en nombre de la madre,
de los hijos bastardos del hijo bastardo de la madre,
de su ausencia de rastro en el cielo, de su cielo sin rastros,
al menos una huella del odio que tuve a tantos
en la mañana que bebía té,
se incendiaban todas las casas del mundo y todos los seres del mundo
excepto un árbol de bonsái en el centro de mi mano
cuyas raíces rasgaban los músculos como cuchillas.
Escribo del espacio futuro.
Con lenguaje simple escribo,
pues no hay ninguna puerta
para lo que no tenemos que decir.
Escribo sin dios, pero hablo de un dios pequeño,
sobre un dios inexistente para todos los que saben demasiado,
sobre un dios muerto
que de ciudad en ciudad llevará mis huesos abolidos.
Escribo sobre el mar,
contaminado hasta sus orillas extremas
recuerdos de un mundo muerto
o nostalgias de un planeta verde que ya nunca existe.
Escribo sobre el eje de mi cuerpo,
sobre sus células ciegas,
sobre su destrucción, provocada sobre todo por mí mismo,
escarabajo grunge del odio.
Escribo sobre las ruinas de mis mentes,
con palabras muertas,
atadas a la cabeza de varios colibríes:
casi no he nacido en esos ojos.
Escribo desde el láser de la noche
que corta los tejidos en rebanadas de cielo negro,
que separa la carne de la mente,
que separa el cerebro del sueño donde un demonio viejo
se arranca los brazos y los dientes,
para sentirse vivo entre sillas que sangran
frente a un muro blanco, blanquísimo.
Escribo desde la muerte,
desde su silencio,
desde sus maletas con dólares,
desde sus negocios infinitos donde siempre alguien pierde,
desde los mandriles acorralados con escopetas,
desde los revólveres accionados sólo en la mente,
desde el vacío, desde mi rostro de huesos,
desde la mano que no tengo para acariciar alguien que no vuelve,
desde el pulgar de un niño ciego,
desde la amazonia destruida,
desde aquí,
este espacio futuro.
Pero también escribo desde un sol travesti,
desde su alegría,
desde su ángulo incierto,
desde un pájaro drag volando al centro de mis huesos,
desde una multitud que se rasga los ojos
para sentir la última visión redonda de su vida.
Escribo desde mis huesos,
sucios para siempre,
sucios también desde una memoria con animales de polvo
que mugían al amanecer esperando nuestra desgracia.
Escribo desde mi propio cráneo
midiendo su tamaño exacto
para saber cuántas respiraciones harán falta
para que allí el aire pase lento y tranquilo.
Escribo desde un lugar que está hacia atrás
donde cada cosa se ordena
según la certeza de los horóscopos sobre la física
de un universo ciego.
Escribo del ciberespacio futuro.
*
Cuando escribían este poema los niños se habían convertido en esqueletos para despistar a la muerte. en sus orejas introdujeron mandrágoras que chillen hasta matarlos muy lejos de la nada y poder regresar intactos. En el vacío elaboraban tejidos a mano con hilos extraídos de la espalda o lomo de las mariposas de color azul cobalto.
Tomados de:
Rodríguez S., Juan José, Estereozen, Tribal, Perú, 2012.
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