ANTE EL DESPACHO IMPERIAL
Los funcionarios desatan mi enojo.
Entre ires y retornos,
papiro so papiro mundo entintan.
Acumulan registros,
toman nota de la muerte.
Un examen riguroso aplicaron,
y ya están en barbas del que manda.
Ni un millón de signos iguala el don
del vino, la fuerza de agua y viento.
El emperador olvida en su poder
el efecto curativo del laúd.
Sobrinos de Confucio,
la vida es como una onda en el agua.
Se diluye en el tiempo,
no se aprehende en el tiempo,
como el relincho del corcel de aquel hombre.
Los funcionarios desatan mi enojo.
Entre ires y retornos,
papiro so papiro mundo entintan.
Acumulan registros,
toman nota de la muerte.
Un examen riguroso aplicaron,
y ya están en barbas del que manda.
Ni un millón de signos iguala el don
del vino, la fuerza de agua y viento.
El emperador olvida en su poder
el efecto curativo del laúd.
Sobrinos de Confucio,
la vida es como una onda en el agua.
Se diluye en el tiempo,
no se aprehende en el tiempo,
como el relincho del corcel de aquel hombre.
2 comentarios:
leyendo un blog al que acostubro visitar, topé con un comentario tuyo, al igual que me encntré con tu libro hace poc y se encuentra entre mis lecuras pendientes de concluir anes de que éste año nos pinte dedo... ahí andamos...
Hola Bernardo:
Gracias por pasar por este espacio, y también que me incluyas en una lista de lecturas pendientes. Aquí seguimos leyendo (nos).
Un saludo desde este Aquí.
Daniel
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