domingo, octubre 28, 2012

B. S.


Un poema en el número 68 (Otoño 2012) de Luvina


TAXONOMÍA DE LOS FELICES


Algunas notas por borrar:

un avión cruza flaco el esternón de las nubes

todos sus viajantes corazón de topo
mirada de topo
al interior de chic madrigueras

dime viejo Spinoza
dame una nota célebre para incendiar este lobby

felices los felices dijo el ciego porteño
te recordaba tallando tus cristales de infinito

aquí brotas como risa intensa y una sed de no individuo

dime, Spinoza, ¿sienten los caballos el deseo del trote?
el potro es nota franca
requerida
para la espuela de plata que agita en el cerebro

que brilla en el cerebro
como el aguarrás en la fosa

hoy contempla es el ocaso es el verano
el avión desciende es una pira reflejante del deseo
todos los apuntes
bajan hoy el adoquín de una alegría
se borran
y desmontan la caligrafía de los cuerpos cosas
velocidades moléculas

beatitud es una araña que apresó la realidad en su tela
un infinito conectado
entre las vísceras con electrodos

los motores del cuerpo son los motores de la Necesidad
góndolas del deseo o bien de
nuestra atmósfera tejida:
hay
una tribu tupí comiéndose el instante
hay
un mono araña
saltando de tu corazón
en este instante

hay un ojo que colma el líquido espacio
de tus cristales
miro tu ojo mirar mi corazón en este cuatro cilindros

corre la autopista el lago el tiempo sólo son
fragmentos de un oleaje
no vendrán
los surfistas ellos van de frente al bar de la resaca

este día es una nota una simple nota
leída por un seco inmigrante
en los bares de La Haya

tú pensarás con la viola de gamba un fondo de morfina
el cuatro cilindros es una niebla del trote
vinil y hierro
japoneses
llevando una sonrisa en tempo butoh

dime, Spinoza, ¿sientes el instante que ya roe?
es un potro de tortura que al correr es puro viento
es un lago total con muecas en su oleaje
es un ojo
infectado con bacterias
hasta ser sólo mirada y mira, galletitas de la suerte,

comamos una de ellas:

«dichoso el que ha dejado a su individuo
en la taxonomía de los felices

para esconderse bajo el cielo»



Spinoza Car, de Thomas Hirschhorn

No hay comentarios.: