lunes, mayo 26, 2008

De lo imperfecto de la certidumbre

Hoy he despertado ebrio. Salí a caminar, compré una cerveza para, por vez primera, poner a prueba el postulado aquél que reza: no deje Ud. a la cruda abrirse en sus entrañas, aléjela y convenza a su intestino de que la embriaguez no. No. La embriaguez no debe ser lo extraordinario, perdónese lo Nietzsche tan frugal que anida en mí. Mas la embriaguez, como hasta ahora reza el dicho y menos suficiencia, debe ser cuestión del día a día. Día: hora de mutar definiciones y derrumbar al concepto. Veámonos sólo en la palabra. Cambiemos hasta la médula del sol nuestros conceptos, y venga el corazón abierto a la deriva.

Esto no es Zacatecas. Y sí. Un poema y sólo.

POR UN LADO DEL AGUA (Anzuelo para bucólicos)


Nadie lo enseñó mas lo aprendimos: ni error ni acierto, todo flotaba en el aire, como los árboles arrancan a la tierra sus acordes más tibios.

Ah, de los árboles la vocación imperfecta: cantar lo que los aires silencian. Entre ellos, en el latido atlético de amores poco honestos, creíamos aún en el montaje: como fieles maitines, deséabamos pertenecernos, el uno al rezo del otro.

Ya verás, ni la noche se acaba en las orillas del lago, ni la luna pertenece a la mirada del lago, como dos cuerpos no se poseen, no son uno del otro, salvo en el instante en que lo par no existe: una moneda lanzada, dos caras en el giro de un beso, abriéndose paso entre los aires del azar.

El susurro de un árbol: el azar no entiende de lealtades, y la mirada sólo crece donde se ahoga la memoria. Ahí aprendiste a desamar.

Una noche de lluvia, un olvidar entre la hierba los silencios del agua, y la mujer que fragua sus amores en un todo nuestro. En el otro del nosotros el corazón deriva.

Pero qué termina en el naufragio. El deseo es una cadencia que revive en toda carne, lazarina y primavera, como una flor hace sudar al último deshielo del año.

Solos. Sin dos o tres puntos, no identidad tampoco espera. Echados a volar en el dorado giro del fuego, deshilando la primera elegía para amanecer en la arena.

martes, mayo 06, 2008


Uf...el tiempo pasa algo rápido y ya es mayo de 2008 y Zacatecas tiene ganas de alzarse en los hombros de esta bruma primaveral y hace tanto que no se publica nada en este blog...ya no prometo, pues en el prometer no está el dar, así que por ahora entrego un poema, y ya no digo más.

NO ES
para José F.A. Oliver

Pasan los años y el lacónico me gana. Lacaniano, lacónico,
platoniano hecho de plata. Me descubro entonces
menos lejos de mí,
pero a la grave distancia entre el asceta y el arco.

Donde quisiera estar no sé si estoy:
en el centro del devenir se desparrama el pasado.
No imagino a donde y cómo voy,
hay humus de Lisboa sobre mi piel decantado.

Mas no es el Tajo el que inunda mi vacío,
-producto matutino, seca hechura-: es el desierto
y su amenaza de libélula, su brama reposada y
sus cadenas en mi verso.

A orillas del corazón está la espuma más espesa.
Y no se ascienden escaleras ahí,
sólo hay que detenerse en un peldaño:
mirarnos subir nuestro camino hacia abajo.

Eso no es melancolía.