RETRATO DE UN SEÑOR
Para Eucanaá
Ferraz
Lord Mímesis no tiene el más mínimo olfato
Para la poesía, sea lo que ella sea.
Ignora y despacha a la Señora de las Fieras,
la Dama de los júbilos y de los animales,
Aunque ella invoque: "Poseo las montañas y los
valles
Y las villas y las ciudades y todo lo que hay".
Míster Mímesis da tiros a lo loco
Confunde la gimnasia con la acrobacia.
El mar para él no es una máscara
Y los vientos sólo rugen no-palabras sin sentido.
Sir Mímesis nunca puso los oídos en el suelo.
En la cueva alfombrada de su gabinete
Intenta acallar la cacofonía de la gran ciudad
Ya que no tiene tacto, ya que no tiene filtro:
Míster Mímesis administra su pipa encendida.
Posa para la mirada helada de la eternidad.
Da lecciones de la prosa del mundo
Se le escapa la quintaesencia.
Lord Mímesis no le atina a la razón del poema.
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CARTA ABIERTA
A JOHN ASHBERY
La memoria es
una isla de edición –cualquiera
que pasa lo
dice, en un estilo nonchalant
e
inmediatamente apaga la tecla y también
el sentido de
lo que quería decir.
Agotado el yo,
queda el espanto de que el mundo
no haya sido
arrastrado
junto de golpe.
¿Dónde y cómo
almacenar el color de cada instante?
¿Qué rasgo
retener de la traslúcida aurora?
¿Incinerar
el leño seco de las amistades
chamuscadas?
¿Quizás
el perfume de aquella rosa descolorida?
La vida no es
un cuadro y jamás adquiere
el significado estricto ·
que se le
desea imprimir.
Tampoco es una
historia en que cada minucia
encierra una
moraleja.
Está rellena
de tiraderos, difuntos,
liquidaciones,
quemas de archivo,
escuadrones de
captura, .
pasajes
borrados, originales desaparecidos,
grupos de
exterminio y fotogramas estropeados.
¿Qué importa
si restan las cenizas frías
o si aún arden
calientes
si no se
selecciona ninguna urna adecuada,
sea griega o
sea bárbara,
para
depositarlas?
Antes que
el mañana se desmorone aquí,
incluso hoy se
olvidará lo que trae
la marca de
agua de hoy.
Hienas
aguardan emboscadas en los arbustos mientras
los perros
guardianes del tiempo hacen un archipiélago
de hilachas
del traje de la memoria.
Islotes.
Imágenes en harapos de los días idos.
Numerosos
cráteres ozónicos.
Los lazos de
familia vueltos lapsos.
Hueco y caries
y foso y prótesis,
así el mundo
va pariendo al difunto
de su
sinopsis.
Sin ninguna
explosión final.
Nulla dies
sine linea. Ningún día sin un trazo.
Uno, sin
nombre y con voluntad aguada,
yergue este
lema como un dique
antientropía.
Y los días se
suceden y se firma la intención
de transmutar
todo veneno y herrumbre
en un pedazo
del paraíso. O viceversa.
Al placer del
propio arbitrio,
como quien
oprime un botón de la mesa
de una isla de
edición
y un dios irrumpe al final para rescatar al humano
fardo.
Mejor dicho:
al humano hado.
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ORFEO DEL RONCADOR
¿Y no decidió Orfeo vivir en las aguas
tranquilas del Roncador?
La ciudad confusa, llena de bullicio.
Y Orfeo sólo canta donde le gusta vivir:
follajes (lujurias de bromelias y heliconias)
aves,
visitaciones Eólicas,
piedras,
aguas.
Unos al oír el canto intuyen a Orfeo, otros sienten
a Oxum.
El canto fluctúa indeciso entre la identidad
del dios macho y de la diosa hembra.
Los trillones de gotas de la masa líquida
le hablan a mi cuerpo
ora de una manera, ora de otra.
¿Qué importa la distinción del nombre
cuando cuerpo y alma
están empapados en divinidad? Nado.
Laúd, cuica y palo de lluvia.
¿Cuál mueve los resortes de las plantas,
hace el agua manar, las flores abrirse?
¿Quién sopla la trompeta cromática
de la caída de agua
en el precipicio?
¿Quién tañe la lira en el techo?
¿Quién cama ahí afuera en el porche de Doña Ana?
¿Qué entidad hace rechinar la hamaca sabrosa de la casa de
Eliana?
Nado en el gran libro abierto del mundo.
Sossego (norte del Estado de
Río de Janeiro)
julio 1995