El día 31 de diciembre de 2011, a los 92 años, falleció el poeta Félix Dauajare, autor de una de las obras imprescindibles—quizá la más importante, si no consideramos los Poemas Rústicos de Othón publicados en 1902— de la poesía potosina de todo el siglo XX. Poeta pensante y reflexivo, fino sonetista en sus primeros libros, su voz lírica sufrió una amplia metamorfosis con el paso del tiempo, que purgó de su obra todo artificio retórico y decantó en una voz concisa, reflexiva, escéptica de todo aquello que no fuera la precisa revelación de la palabra. Habitan en la poesía de Dauajare ecos extendidos de Rilke, pero también de los italianos Saba, Ungaretti, Montale. Nunca dejó de leer con atención a sus amigos Chumacero y Elizalde, ni tampoco a filósofos como Platón, Nietzsche, Husserl o Heidegger. Quizá sus obras más importantes sean los dos libros Contraataque (1979) y Sobreasalto (1983), en los que Félix se despoja de toda consideración conservadora de la poesía, y propone un decir encendido, lúcido y combativo al mismo tiempo, pero atento a los riesgos formales que mostraba la poesía más reciente. Estos poemas que transcribo, sin embargo, pertenecen a su último libro publicado Cuadernos de memoria y ceniza (2000). En este libro final, Dauajare condensa aún más su voz en poemas breves, que acusan una serenidad escéptica ante la muerte, mientras avivan por otro lado los fuelles de la memoria. Poesía de conciencia ante la finitud, pero también de conciencia ante los vastos llanos de infinitud del lenguaje. Poesía que considera que la fe en el hombre es un témpano que se deshiela en los mares irregulares, ignotos, de la realidad. Quedan aquí como constancia de su factura lírica, como un ligero homenaje a ese querido maestro, y como una invitación a su lectura atenta y detallada.
PARADOJAS
Uno entiende la nada
cuando se está muriendo.
Escuchamos la poesía
cuando todo se ha silenciado.
El futuro es aquel pasado
que pretendemos corregir.
El mejor combustible para el amor
es una pérdida.
La ausencia es la tierra nutricia
del encuentro.
Sin ella no existen el deseo
ni la imaginación.
La poesía de ahora sustituye
el deseo por lo real.
¿Qué se ha ganado?
TAREA CONSUMADA
Ya sentí la atracción desesperada y dulce,
los recuerdos como árboles crecidos
en una tierra y un aire
que tienen muchos rostros
y a la vez uno solo.
Rescaté algún espacio que guarda
la extensión de los cuerpos
y nos obliga a ir más allá
de esto que nos invade y nos ahoga.
Me falta solamente asentar
una palabra inexpresable.
LOS RESTOS PERMANENTES
En ese interminable deshielo
de las horas donde se pierden rostros
y memorias encendidas,
sólo quedan los témpanos de la memoria.
Es lo único propio,
lo demás es humo,
polvo que se levanta
y retorna a la tierra.
Platón decía que el saber
es recuerdo.
AVE MIGRATORIA
La migración es el recurso del alma.
El deseo la remolca
por caminos de piedra y lodazales.
No sabe que buscar otras lunas
impone nuevos infortunios.