CASO DONDE LA RED DE PESCAR ES INÚTIL
Sostenido entre ramales de luz crece tu eco, regurgita ostiones,
palabras vueltas una endecha de mar, un mercado, bergantines:
[El barco se sostiene sobre una cresta furiosa: es la memoria, la
inmaculada y barata, la extensiva y agreste: cáscara de tiempo]
Caminas, guardas la runa en tu bolsillo; comparte la tiniebla
con variados objetos: la red de pescador, una
leontina que se extiende y sostiene una estrella: es el barrio de
tus padres, molecular y silente:
[Al calor del estío las tardes se pudrían, generosas, heráclitas,
con un tajo al cuello por las aves que vuelven. Ardían las
mujeres lejos de tu alcance, o ¿estaban ahí? ¿sosteniendo tus
dedos en su fina baba? ¿agitando tu pasmo opuscular y sordo?]
Sostenido entre sílabas de luz, tu eco pudre y sedimenta: es
acaso humus agreste, casi desierto, pero sobra en tus huesos
como sobra el acorde. Hay música de vientre abierto por
un par de monedillas. El viento frío, lo que asume el paso de
un pasado hacia un futuro es una mínima variable de presión
(la ciencia, hijo, es el tránsito de un mar hacia una fórmula de
cauce, pero la sal):
[Comes la cáscara, el zumo es una endecha herida y además es
trocha. Qué rima, como aquellas del cuerpo del infame tú, que
se atoraba entre la leche y la leche, entre la madre y la madre
por matar: qué rifa la del tigre y es vivir, pensabas, una voz
movía un malacate, un tambor que te jalaba a los oficios: al
aceite quemado, a las costillas de la niebla; era tu padre y los
cerrojos]
Todo se extiende: el pasado, en su holgura hecha palabra, se
corrompe por diversos haberes, estornudos, es torso de gorrión
que ya cayó. Dónde se sostiene cualquier yo que fuiste tú: no
es una colección que puedas observar, tomarte como figurín,
pasar un limpio trapo en tus berijas, porcelana y cobre vueltos
forma: es imposible, toda memoria tiene la intención de
derretir. Armar relajo en tus costillas. Nunca sabrás de ti algo
más que la parvada. Caminas y se inunda el estío: ríos de
semen y quemado aceite brotan del talón.
Un amigo pescador, esperemos no infructuoso, acompaña nuestro poema.