Ayer estuve otra vez en Schloßplatz, en el jardín del Castillo, a un lado de la calle principal, que se extiende atestada de gente y compradores furiosos en la búsqueda de la última oferta. El jardín, por el contrario, permanecía en cuasi perfecta calma. Saqué mi cuaderno e intenté nuevamente, escribir un poema en el jardín y otra vez no pude. Inmediatamente me puse a pensar en las gaviotas (¿Porqué hay gaviotas en una ciudad tan continental?) y en el futbol de Argentina o en Oaxaca o qué sé yo.
Me puse luego a pensar en este espacio, en este blog, tan abandonado a su suerte, a sus dos o tres lectores y a mí mismo, que muchas veces me hago pasar por uno de ellos para tratar de encontrarme ahí en lo que he puesto. Me puse a pensar en el Cactus Verbal, que ahora no es escrito más desde el desierto, sino desde una orilla del río Néckar (otra marabunta de gaviotas: un barco que transporta chatarra: los viñedos: las latas de cerveza en el suelo). Y en la Saudade, ese concepto indescifrable aún.
Y me dí cuenta que algo cambió, y que lo que se escribe es como una navaja, que hiende y cicatriza a la vez. Stuttgart. Que hay maneras de apropiarse de una ciudad, o de ser adoptado por ella, o simplemente de fundirse en su respiración de yegua seria en invierno.
El Cactus sigue, y está seguro que el único sol que lo hace vibrar es el de aquellas latitudes hijas de Cerro de San Pedro. Pero ahora, y parece que por un tiempo prolongado, será un Cactus de invernadero desde el Winter alemán.
3 comentarios:
Pos sabe que de cualquier forma le soy fiel al blog jejeje...
En fin, saludos.
Por ahí tengo un proyecto, creo que aste es una buena opción, luego le cuento.
saluditos mi hermano, no pude pronunciar el nombre del lugar donde estabas así que mentalmente lo cambié por san juan
A veces uno necesita estar en un lugar feo para inspirarse, lo bonito a veces sólo atrae clichés, de cualquier forma ya salieron tus tres lectores no?
Besitos
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