miércoles, abril 15, 2009

Poema





CASO DONDE LA RED DE PESCAR ES INÚTIL





Sostenido entre ramales de luz crece tu eco, regurgita ostiones,

palabras vueltas una endecha de mar, un mercado, bergantines:



[El barco se sostiene sobre una cresta furiosa: es la memoria, la

inmaculada y barata, la extensiva y agreste: cáscara de tiempo]



Caminas, guardas la runa en tu bolsillo; comparte la tiniebla

con variados objetos: la red de pescador, una

leontina que se extiende y sostiene una estrella: es el barrio de

tus padres, molecular y silente:



[Al calor del estío las tardes se pudrían, generosas, heráclitas,

con un tajo al cuello por las aves que vuelven. Ardían las

mujeres lejos de tu alcance, o ¿estaban ahí? ¿sosteniendo tus

dedos en su fina baba? ¿agitando tu pasmo opuscular y sordo?]



Sostenido entre sílabas de luz, tu eco pudre y sedimenta: es

acaso humus agreste, casi desierto, pero sobra en tus huesos

como sobra el acorde. Hay música de vientre abierto por

un par de monedillas. El viento frío, lo que asume el paso de

un pasado hacia un futuro es una mínima variable de presión

(la ciencia, hijo, es el tránsito de un mar hacia una fórmula de

cauce, pero la sal):



[Comes la cáscara, el zumo es una endecha herida y además es

trocha. Qué rima, como aquellas del cuerpo del infame tú, que

se atoraba entre la leche y la leche, entre la madre y la madre

por matar: qué rifa la del tigre y es vivir, pensabas, una voz

movía un malacate, un tambor que te jalaba a los oficios: al

aceite quemado, a las costillas de la niebla; era tu padre y los

cerrojos]



Todo se extiende: el pasado, en su holgura hecha palabra, se

corrompe por diversos haberes, estornudos, es torso de gorrión

que ya cayó. Dónde se sostiene cualquier yo que fuiste tú: no

es una colección que puedas observar, tomarte como figurín,

pasar un limpio trapo en tus berijas, porcelana y cobre vueltos

forma: es imposible, toda memoria tiene la intención de

derretir. Armar relajo en tus costillas. Nunca sabrás de ti algo

más que la parvada. Caminas y se inunda el estío: ríos de

semen y quemado aceite brotan del talón.







Un amigo pescador, esperemos no infructuoso, acompaña nuestro poema.

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