viernes, abril 07, 2006

Heiz Czechowski

Incluyo aquí una traducción de Heinz Czechowski, poeta alemán nacido en Dresde en 1935, del que he leído breves líneas. Poética que acusa cierta desolación y falta de esperanza vital, que algunos detectan como rasgo importante del carácter general de la Europa contemporánea. Al igual que Durs Grünbein, poetas que proceden de la antigua DDR y ahora tienen que incluirse en el rostro globalizado de la nueva Alemania, con todas las inercias vivenciales que se arrastran desde un pasado tan fresco, que decantan de una u otra manera en sus versos. Las traducciones hechas son de poemas encontrados en Internet.

Damals zuletzt

Überall liegen Zettel herum, Notizen, Adressen, flüchtig
aufgeschrieben.
Der Tag ist blind. Wer oder was
wird kommen? Ich
habe es noch nicht aufgegeben,
Bilanzen zu ziehen, doch für die Gegenwart
habe ich keine Definition. Hin und her überlegend,
such ich nach einer Linie,
um meine Biographie zu entwerfen.
Mich verläßt nicht die Angst,
daß ich mich vertan haben könnte.
Wahllos
greif ich nach einem der Zettel. Drei sechs acht acht
fünf –
das war einmal
meine eigene Telefonnummer, aber das Haus,
in dem ich damals wohnte,
gibt es nicht mehr. Also
geb ich es auf, nach meiner verlorenen
Identität zu suchen, es reicht ja,
hier zu sein und zu wissen,
daß man noch hier ist ...

1992

En aquel tiempo finalmente

Por todas partes yacen notas, avisos, direcciones al vuelo anotadas.
El día es ciego. ¿Quién o qué
vendrá? No he terminado aúnde hacer balance, incluso para el
presente no tengo definición. Aquí y allá meditado,
busco una línea
para trazar mi biografía.
No me abandona el miedo
de que pude haberme equivocado.
Confuso,
tomo una de las notas. Tres seis ocho ocho
cinco
Ése fue mi
número telefónico alguna vez,
pero la casa
donde viví en aquel tiempo,
no existe más. Dejo entonces
de buscar mi identidad perdida,
basta
con estar y saber que aún aquí
soy...

1992

Das Jahrhundert der Wölfe

Die Woche geht zu Ende, wie sie begonnen hat:
Alles ist, wie es gewesen war
Ich trank, und wurde betrunken.
Ich aß, wurde satt und deckte mein Bett auf. Im übrigen
Dachte ich an die Vergangenheit, sah mich, wieder einmal.
Den alten Weg von der Burgsdorff- zur Böttgerstraße gehen,
Um in der kleinen Kneipe ein Bier und einen Korn zu trinken.
Offensichtlich war es damals ein Wintertag so wie heute,
Wo sich Westfalen als die Bastion des Winters in Deutschland geriert.
Aber auch auf dem Feldberg liegt Schnee.
Meine Liebste liegt mit ihrem Kater
In Bergen-Enkheim zu Bett. Ich selbst bin nicht gut zu mir,
Fand aber zwischen der Wäsche ein uraltes Hemd,
Das ich mir einmal irgendwo in Old England
Bei Mark & Spencer gekauft. Auch die englische Pfeife,
Im Shakespearestädtchen Stratford erworben, gibt es noch, ferner
Befindet sich auch noch ein römischer Stein aus Bath
Auf meinem Schreibtisch.
Nur der Schreibtisch verweigert
Mir heute beharrlich den Dienst: auf ihm liegt das Bild
Der Gescheiterten Hoffnung.
Während ich auf dem Bett
In den Memoiren Nadeschda Mandelstams lese, denke ich,
Dem es schlecht geht, wie relativ doch das Leben
Mit uns, den Dichtern, verfährt im Jahrhundert der Wölfe,
Das nun zu Ende geht, um dem neuen Jahrtausend
Platz zu machen und damit auch der gescheiterten Hoffnung
Auf eine Zukunft für mich.
Nein, es lohnte sich nicht,
Heute die Rolläden hochzuziehen, denn es dunkelt schon wieder, noch
Werden die Tage kürzer, in der Abwesenheit des Glücks
Starr ich auf meinen Bildschirm, wo sich die Wörter versammeln
Zu etwas, das keine Botschaft mehr ist. Wohin
Soll ich noch gehen, außer ins Dunkel?
Depressionen, Verstimmungen undDie immer wieder heraufbeschworene Unmöglichkeit,
Irgendwo noch einmal ankommen zu können ...


El siglo de los lobos

La semana toca fin, como empezó:
Todo está como había estado.
Bebí y me emborraché.
Comí, estuve lleno y destendí mi cama. Por cierto,
Pensé en el pasado, me vi de nuevo
andar el viejo camino que va de Burgsdorff a Böttgerstrasse
para beber en la pequeña tasca una cerveza y comer grano.
Obviamente era un día de invierno como hoy,
Donde Westfalia se proclama como el bastión del invierno en Alemania.
Pero también sobre los cerros yacía nieve.
Mi amada yacía en la cama con resaca
En Bergen-Enkheim. Yo mismo no me siento bien,
Pero encontré entre la ropa una vieja camisa,
Que una vez en cualquier parte de Old England me compré en
Mark & Spencer. También la pipa inglesa,
adquirida en el pueblo Stratford de Shakespeare, y hay
también una piedra romana de Bath so mi escritorio.
Sólo el escritorio se rehúsa
a darme un servicio atento: sobre él se encuentra
la foto de la Esperanza fracasada.
Mientras leo sobre la cama las Memorias
de Nadescha Mandelstam, pienso,
al que le va mal, qué relativa es la vida
con nosotros, los poetas, perdidos en el siglo de los lobos,
que nunca toca fin, para darle lugar al milenio entrante
y, con eso, también la Esperanza fracasada
y un futuro para mí.
No, no vale la pena por hoy
subir las persianas, pues ha oscurecido nueva cuenta,
otra vez los días son más cortos, y en ausencia de la Suerte
contemplo mi pantalla, donde las palabras se juntan
en torno a algo, que ya no es más un mensaje. ¿Hacia
dónde debo ir aún, afuera a la oscuridad?
Depresiones, molestias y
la eternamente invocada imposibilidad,
de poder llegar nuevamente a donde sea.

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