viernes, mayo 19, 2006

Para un viernes con las nueve de la mañana degolladas


El poema de oficina sigue
las cotas de la imposibilidad,
terreno baldío nublado poco
a poco con fragmentos de sueño
y prohibiciones de reír. Acuden
playas, mantarrayas, noches de
whisky o desembocaduras de mar
en la piel.

Contraataca el reloj, en ancas
oferta la bifurcación del día:
tomar de dios el camino
o herbazales
de otredad aromizados.

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